💌 Carta #15: Escribir es salud
Escribir para desintoxicar. Quiero todo y lo quiero ahora. La lentitud como cura para la hiperproductividad. Ir al cosmos, volver y contar qué vi.
5 de abril de 2024
Países Bajos
Hola desde Ámsterdam,
Ya estoy de vuelta en casa. Me costó mucho recuperarme del viaje a Argentina. Ir a Buenos Aires ya es intenso de por sí, y más aún con un bebé. Jet-lag, mucha socialización, el calor, regresión del sueño, cansancio físico extremo (y mental, tanto que todavía me cuesta armar frases). Volví diciendo “nunca más me voy de viaje con un bebé”, pero ya estoy planeando los próximos.
Ando con la cabeza recargada de información, preguntas, tareas, pendientes, proyectos, ideas, wishlists. El problema es que me cuesta bajar todo eso y accionar, porque no tengo tiempo, y me siento una olla a presión. Quiero hacer de todo. A la vez solo quiero dormir. Quiero estar súper presente en la crianza de mi hija. Pero también quiero estar una semana sola en una isla desierta, o en un all inclusive con todas mis necesidades cubiertas. Y quiero dar muchos talleres. Pero necesito dormir. Y así estamos.
Estoy completando, muy de a poco, los ejercicios de escritura de mi libro nuevo (Cosas que te golpean en la ventana). Nunca jamás me llevaría un libro escrito por mí como lectura de vacaciones (me daría un cringe absoluto leerme y querría corregir todo o mandar todos los libros disponibles a quemar), pero sí me gusta completar mis libros con ejercicios porque siento que los creo ante todo por necesidad propia. Y ahora que estoy con los ejercicios de la ventana (vamos a decirle así) me estoy dando cuenta de cuál era mi necesidad actual: escribir. Necesito escribir. Pero no escribir para trabajar, ni para publicar, ni por encargo, ni por plata. Necesito escribir para procesar. Para sacar. Para vaciar.
Hace mucho tiempo escuché al escritor Pedro Mairal decir: “Cuando no escribo me pongo tóxico”, y últimamente me estoy sintiendo así. Acumulo, acumulo, acumulo y no saco nada. Y se me estanca el agua. Me di cuenta de esto recién, mientras escribía el ejercicio número 12 (“Si solo pudiese escribir una cosa en mi vida, sería esto”). Empecé sin tener mucha idea y terminé llegando a preguntas trascendentales como quién soy ahora que soy madre, qué cosas me importan, qué dejó de importarme, cómo hago para no perderme. No sé si me siento tan distinta en cuanto a identidad, lo que sí siento es que tener menos tiempo me obliga (o me ayuda) a hacer lo que más me importa y a dejar ir el resto, también en lo relacionado a mi creatividad y mi escritura.
Nunca tuve muy en claro cuál es mi gran tema de escritura. En algún momento fueron los viajes, pero nunca los vi como un gran tema, sino como una ramificación de algo más. A veces creo que lo que me mueve es lo existencial, las preguntas vitales, explorar la oscuridad y traerme tesoros, ir al cosmos en mi cabeza y volver y contar qué vi. Pero a veces me pongo demasiado mental y ahí es cuando me doy cuenta de que tengo que volver al cuerpo. Por eso escribir me ayuda. Mover la mano me ayuda. Estar en contacto con un papel me ayuda. Pegar una washi tape me ayuda. O poner un sello en un papel. O ir a nadar y mirar las rayas de luz que se mueven en el fondo. O salir a la calle, oler el barro mojado por la lluvia y recordar que una vez estuve en un pueblo de Laos que olía exactamente así. O sentarme debajo de un árbol mientras Ce duerme en el cochecito y mirar el movimiento de la ciudad.
Hace unos días completé otro de los ejercicios (el número 10: “No puedo parar de pensar en esto”) y me di cuenta de que mi manera de ser obsesiva cambió. Ando con la cabeza recargada pero me olvido de todo enseguida. Desde el embarazo que mi cerebro dejó de retener información, los pensamientos llegan y caen al vacío, como en una cinta transportadora que va hacia la nada. Por un lado, qué bueno, bravo, no hay tiempo para los pensamientos invasivos. Por otro lado, siempre alguno se mete por la rendija. Y últimamente un pensamiento que aparece mucho es el de la productividad. Me pongo muy en modo “quiero hacer todo y quiero hacerlo ya” y no sé si me termina de gustar. Por ejemplo (no sabía si contarte esto para que no suene a venta encubierta, pero te lo cuento igual porque va más allá de eso, para que veas cómo caigo en mis propias trampas): hace poco le compré a la editorial con la que trabajo varias cajas de mis libros para venderlos acá. Fue una inversión alta. Cuando llegaron y los vi me angustié un poco. Son demasiados, pensé. No los voy a vender nunca. Esa noche tuve insomnio (Ce también, así que nos hicimos compañía): que me voy a clavar con mis libros, que para qué me metí de nuevo en esto, que no es momento de hacer estas inversiones, que fue un error y bla bla bla. Al día siguiente encontré un huequito de tiempo y escribí al respecto. Y lo primero que me dije fue BASTA. Basta, Aniko, no tenés que vender todos los libros en un día. Vos misma siempre decís que el libro es un producto súper slow. Basta de dejarte influenciar por la falsa velocidad de las redes. Todos los días tengo que recordarme a mí misma que lo que más quiero es volver a la lentitud.
Pero qué tema este de la hiperproductividad. No sé lo que quiero pero lo quiero ya. O sí sé: quiero todo. Quiero criar y también trabajar y también nadar y también vender libros y escribir libros y journalear y viajar y dormir, ante todo dormir. Y de paso tener buenos vínculos con las personas que me rodean, sanar heridas del pasado, hacer terapia, meditar, buscar espacios de silencio, cuidar mi cuerpo, comer bien, leer muchos libros, ir a la naturaleza y salir en la bici y escuchar podcasts y tantas cosas más. Al respecto, estoy leyendo (muy lentamente) el libro Slow productivity de Cal Newport, que te recomiendo junto con sus otros libros (Deep Work y Digital Minimalism). Recién lo empiezo, pero me parece muy interesante ver cómo “la productividad” se convirtió en un objetivo laboral, cuando en muchos casos ni se sabe bien qué implica ni qué resultados da. Lo bueno lleva tiempo. Hacer algo de calidad lleva tiempo. ¿Te acordás de la historia del bambú? El bambú crece unos 90 centímetros en un día, y si bien parece que ese crecimiento fue de un día para el otro, la semilla necesitó cinco años para brotar y generar un sistema subterráneo de raíces que le permita sostenerse. Si en esos cinco años no hubiese recibido cuidados, la semilla no hubiese germinado.
A veces esa necesidad de hiperproductividad me hace preguntarme para qué escribo estas cartas. Son gratis, e incluso pierdo plata al hacerlas porque son horas en las que le pago a una niñera y son horas que podría usar para hacer trabajos que me den rédito inmediato (o para estar con mi hija y punto). Pero las necesito (a estas cartas) porque me obligan a sentarme a escribir. Si pensara de esa manera (hora = plata) entonces tampoco debería escribir libros, porque no hay nada que dé menos rédito por hora que escribir un libro. Pero escribir me resulta tan necesario, que me gusta tener esta cita mensual. Y vuelvo a lo de antes: necesito escribir por una cuestión de salud, tanto física como mental como espiritual.
¿Y vos? ¿Qué te aporta la escritura? ¿Por qué lo hacés? ¿Por qué no? ¿Y qué hacés cuando te das cuenta de que estás demasiado mental?
Esta carta fue un poco catártica, pero es lo que necesitaba esta vez. Mejor la mando antes de empezar a preguntarme qué fue lo que hice y borrar todo. Y, antes de despedirme, te dejo algunos ejercicios de mi libro:
Ejercicio 10. No puedo parar de pensar en esto. Es normal, todos tenemos pensamientos que no podemos sacarnos de la cabeza. Así que, en vez de tratar de apagarlos, dejalos por escrito acá. No hace falta que tengan un orden o lógica, solo dejalos salir.
Ejercicio 28. Movete. Salí a caminar o a andar en bici, nadá, hacé estiramientos, lo que sea que te haga mover el cuerpo. Volvé y escribí acerca de la experiencia.
Ejercicio 29. Huele raro. Identificá tres olores que hayas sentido hoy o recientemente. Escribí acerca de los recuerdos que tengas asociado con alguno (o con todos).
Un abrazo y hasta el mes que viene,
Aniko
PD: En este posdata siempre te comparto novedades de mis proyectos, talleres y libros. Esta vez te cuento que mi libro nuevo, Cosas que te golpean en la ventana - Cuaderno de escritura creativa, ya está a la venta en librerías de Argentina y en varios puntos de venta de América Latina (acá hay más info). Si lo querés conseguir dentro de Europa, todavía me quedan algunos ejemplares (respondé a este email y coordinamos). Por otro lado, sé que este aviso es muy sobre la fecha, pero mañana (6/4) hago una presentación/taller del libro por Zoom (es gratis y podés inscribirte acá, y si no pudieras asistir podrás ver la grabación que te enviaremos más tarde). Tengo muchas ganas de volver a dar talleres (online y presenciales), todavía no tengo fechas definidas pero si querés que te avise cuando abra inscripciones dejame tu mail acá.
Mil gracias Aniko por tus cartas, ya compre el libro y no me aguanto por comenzarlo.
Muchas gracias por seguir escribiendo y compartiéndolo Aniko siempre es bueno leerte :)
Se que escribir me genera mucha liberación y paz, sin embargo, me cuesta tener el hábito, a veces me descuido y no lo hago, siento que me hace falta un poco de disciplina al respecto.
Ya compré tu libro y no veo la hora de tenerlo conmigo 💕