

Discover more from Cartas virtuales 💌
💌 Carta #6: quién soy yo para hacer esto
Sobre el síndrome del impostor, el backstage de crear un curso online y la papelería como "vajilla para ocasiones especiales".
3 de marzo de 2023
Países Bajos
¡Hola desde Ámsterdam!
Volví después de dos meses de no escribir estas cartas. Gracias por los mensajitos y la preocupación, está todo bien, solo necesitaba hibernar y descansar un poco. ¿Cómo estás? ¿Qué tal empezaste el año? No puedo creer que ya estamos en marzo, siento que la cena de Navidad fue ayer (como mini update a mi última carta, la de diciembre, te cuento que finalmente mis papás conocieron a la familia de L, después de 8 años juntos, y fue divertido verlos comunicarse en castellano, francés, señas y abrazos). Acá los días empiezan a alargarse y vemos más el sol, aunque sigue haciendo frío (de -1 a 5 grados), pero a los días soleados se lo perdono. Pronto empieza la primavera, la época de salir a explorar otra vez, de oler las flores, de dejar las bufandas (espero). Me propuse caminar al menos 5 km al día así que hace unos 25 días que estoy saliendo a pasear todas las tardes, y me ayuda mucho a reconectar con la ciudad y a ver la transición lenta entre invierno y primavera. Tengo tantas cosas para contarte… Pero voy a ir de a poco y me guardo algunas novedades para las próximas cartas, sino esta se va a hacer interminable.
Pareciera que en marzo se reactiva la vida (laboral) porque me acabo de enterar de que dos proyectos en los que estuve trabajando mucho el año pasado se lanzan ahora en unos días. Ambos están relacionados con dos de las cosas que más me gustan: el journaling y la papelería. Uno es mi segundo curso online en Domestika.org, de travel journaling, que filmé en julio del año pasado; y el otro es un “kit de exploración” que produje en conjunto con la ilustradora María Luque y las chicas de FERA (una editorial de papelería y bitácoras con la que trabajo). Voy a ir en orden cronológico: primero te cuento acerca del Kit de exploración, que sale en preventa este domingo (5/3), y después acerca del curso de Domestika, que estará disponible a partir del miércoles que viene (8/3).
El Kit de exploración es un producto tan hermoso que no puedo creer que sea real. En resumen: es un set de papelería interactiva. Es una cajita tamaño libro que trae papeles de carta, checklists, un “mini oráculo” y una libretita, pero no viene 100% en blanco, sino que incluye consignas, ideas y sugerencias para que, justamente, lo uses y no quede archivado para siempre en el cajón de las cosas lindas que nos da pena usar. Hace años que quería hacer un producto así, pero no sabía muy bien cómo concretarlo. La idea apareció después de escuchar una y otra vez frases como: “No sabés, me compré un set de papeles de carta/un cuaderno/un block ilustrado súper lindo, pero no sé cómo llenarlo y me da miedo arruinarlo, así que lo tengo ahí guardado…” Pareciera que muchas veces la papelería se termina convirtiendo en esa vajilla de porcelana que se guarda para ocasiones especiales, como la visita de alguna reina, y queda juntando polvo en un mueble durante años. Ojo, a mí también me pasa que a veces me compro papeles y cuadernos tan lindos que me da pena usarlos, pero en general trato de recordar que los cuadernos y papeles están para llenarlos, y me digo que un cuaderno en blanco no es un cuaderno feliz (o algo así). ¿Por qué sentimos que no estamos a la altura de un papel lindo? ¿Será esta también una forma del síndrome del impostor? (más sobre eso en breve).
A partir de esto, entonces, empecé a imaginar un set de papelería con sugerencias, un set que, en vez de intimidarte, te invitara a intervenirlo. Puse la propuesta por escrito en el 2019 (!), se la presenté a algunas editoriales de papelería y ahí quedó, en la nada. Hace unos meses, haciendo orden en mi compu la volví a encontrar y se la mandé a las chicas de FERA, que al ser tan fans del papel como yo se entusiasmaron enseguida (FERA es la editorial con la que publiqué “Rituales para una vida creativa” y “Diario de viajes mágicos”, y también colaboré en sus agendas y en otros libros como “Buenos Aires para desarmar” y “Mujeres autoras”). Le terminamos de dar forma juntas y sumamos a la ilustradora María Luque al proyecto (la genia y talentosa que ilustró “Mapa subjetivo de viaje”), y así nació el Kit de exploración: un set de papelería interactiva para registrar tus paseos cotidianos. Como te conté, el set incluye un “mini oráculo” (12 tarjetas con ideas para ponerte en “modo exploración”, tanto en tu casa como afuera), un block de 24 checklists (12 de ellas tienen ideas de cosas para documentar), 24 papeles de carta (la mitad viene con consignas y sugerencias de posibles cartas que podés escribir) y una libretita en blanco para que amplíes tus registros, dibujes, hagas anotaciones o lo que quieras. Todo se guarda en un librito-carpeta que te podés llevar encima a donde quieras, ya sea por tu ciudad o de viaje. No puedo creer que ya es una realidad y no veo la hora de tenerlo en mis manos. A veces creo que muchos de los libros y productos que hago los hago para mí, porque yo quiero tener y llenar algo así. (En el PD te dejo el enlace por si lo querés chusmear o comprar.)
Y, por otro lado, el miércoles 8/3 sale mi segundo curso de Domestika, en este caso dedicado a cómo hacer un cuaderno de viajes. No sé si hubo algún curso online de todos los que hice que me llevara tanto trabajo y tiempo de producción (y que me hiciera sentir semejante montaña rusa de emociones). Por dónde empiezo… Cuando el equipo de Domestika me preguntó de qué quería que fuese mi segundo curso, yo decidí ir con mi intuición y dije que quería hacer un curso sobre journaling de viajes. Pero apenas me lo aprobaron y empecé a estructurarlo, me agarró un terrible síndrome del impostor. ¿Qué estoy haciendo? Si yo no sé dibujar ni soy ilustradora ni diseñadora gráfica, ¿a quién le voy a enseñar cómo hacer un cuaderno de viajes? Mi primer curso en Domestika estuvo enfocado 100% en escritura, sin la parte estética, y este, en cambio, iba a ser principalmente visual y eso me asustó. Sí, ya sé, lleno cuadernos desde muy chica, llené cuadernos durante mis diez años de viajes, amo el scrapbooking y la papelería, pero no sé pintar paisajes en acuarela ni tampoco hago lettering o caligrafía, lo único que más o menos sé hacer es combinar y pegar papeles, y me empecé a sentir muy insegura. Digamos que lo mío es más un journaling intuitivo que un journaling con formación artística por detrás. Y cuando empecé a investigar otros ejemplos de travel journaling dije ya está, cancelemos todo, mis cuadernos nunca van a ser así. Pero, a pesar del miedo, decidí seguir adelante, quizá porque hacer cuadernos de viaje es algo que amo y que quiero compartir, aunque no sean “perfectos” (¿existe eso? Quizá los cuadernos ilustrados de José Naranja son los que más se acercan a esa perfección).
Los cursos de Domestika giran en torno a un “proyecto final”, que es el trabajo/obra que el profesor explica paso a paso para que el alumno replique. En un curso de cocina, por ejemplo, el proyecto final puede ser preparar una torta con X decoración, y y el paso a paso suele estar bastante claro. Pero mi proyecto final iba a ser crear tu propio cuaderno de viajes, y es muy difícil dar un paso a paso para eso, porque a) cada viaje es distinto, b) cada destino te ofrece algo diferente y c) cada cual lo vive a su manera. Así que tuve que abstraerme y, en vez de pensar en un destino específico, pensar en los momentos, emociones y sensaciones que vivimos en un viaje, sean al lugar que sean. Releí casi todos mis cuadernos de viajes para sacar ideas (fue tan lindo reconectar con todo eso que escribí y registré mientras viajaba, creo que esa es una de las mejores cosas de llenar cuadernos: releerlos en el futuro) y fui planteando ejercicios y formatos que pudiesen llenarse de contenido distinto según el viaje y el viajero, pero que sirvieran de base y puntapié para animarse a documentar esos recorridos y, a la vez, que fuesen visualmente interesantes y dinámicos (una pavada…). Hasta ahí, mientras todo estaba en la teoría, bien.
El tema de este tipo de cursos es que el rodaje es corto y hay que llevar todo cocinado. O sea: no era una opción sentarme en la mesa de filmación, esparcir todos mis materiales e improvisar un cuaderno de la nada. Tenía que tener todo pensado y listo de antemano para replicarlo en cámara. En ciertas disciplinas, es posible llevar varias versiones del mismo trabajo pero en distintas etapas de producción para ir mostrando la progresión en cámara sin tener que hacer todo desde cero (y esto tiene una palabra súper específica que estoy tratando de recordar hace horas y no puedo, pero como ejemplo: en los programas de cocina se mete la mezcla cruda de masa en el horno y enseguida se saca la torta hecha, que es otra que ya estaba preparada de antes). En el caso de mi cuaderno de viajes me era imposible hacer, por ejemplo, cinco versiones del mismo cuaderno en distintas etapas porque no tenía manera de replicar los materiales cinco veces (los cuadernos de viajes se suelen llenar con papeles que uno va encontrando a medida que viaja, como mapas, servilletas, boletos, postales, flores secas, folletos y no tengo cinco copias del flyer que encontré una vez en Londres o del mapa que me dibujó un marroquí para explicarme cómo llegar a destino). Además, crear un cuaderno de viajes es un proceso tan libre e intuitivo que me costaba darle un paso a paso tan predeterminado (aggghhh, en qué me metí, ¡qué difícil que es descomponer un proceso creativo!).
Así que hice lo siguiente. Después de definir todos los ejercicios que propondría para llenar el cuaderno, me apropié de la mesa del living (que es dos veces más grande que mi escritorio), me instalé dos semanas a trabajar ahí, agarré un cuaderno en blanco y esparcí sobre la mesa un montón de mapas, washi tapes, fotos, stickers, boletos y papeles que había juntado durante mis viajes. Y así, muy lentamente, empecé a armar el proyecto final/cuaderno de viajes (¡que me quedó de casi 40 páginas!) que mostraría cómo hacer en mi curso. Y como tendría que replicarlo de cero en cámara, en vez de pegar los papeles en su lugar, los agarré con un poquito de washi tape para después poder usarlos en el cuaderno que armaría en cámara (todo muy complejo y quizá solo yo entiendo lo que hice). Lo lindo es que durante ese proceso de creación las horas volaron sin que me diera cuenta y amé eso de trabajar 100% offline, solo con papel y mis manos. Esa fue la etapa eufórica e incrédula de la producción del curso, porque a cada rato me decía no puedo creer que me están pagando por llenar un cuaderno (y al rato: sí, creelo y disfrutalo, y al rato: quiero vivir de esto para siempre). Me costó mucho sentarme y empezar a hacerlo (qué real que es la resistencia creativa), pero una vez que entré en flow no pude parar y fue de los trabajos que más disfruté el año pasado.
Unos meses después, en julio de 2022 y ya con todo listo, viajé a Madrid a filmarlo. El día que aterricé (el domingo antes de empezar la semana de rodaje) me empezó a doler la garganta y tuve fiebre. Covid positivo. Me agarró muy fuerte y tuve que quedarme una semana en cama y aislada en el hotel de Madrid, lo que significó que tuvieron que posponer mi rodaje para la semana siguiente, lo que significó que me tuvieron que cambiar el equipo de rodaje, lo que significó que no pude trabajar con la productora y la realizadora visual con las que había estado armando el curso durante los 3-4 meses previos, lo que significó que mucho de lo que había definido con mi primer equipo no se pudo hacer, lo que significó muchos cambios a último momento. A todo esto se le sumó el agotamiento post-covid, el retorno del síndrome del impostor (ahhhh!! no soy diseñadora, esto va a ser un fiasco), mi autoexigencia y el tener que hablar a cámara como si nada pasara. Fue una semana muy intensa, pero lo logré. Filmé el curso, repliqué el cuaderno, sobreviví al cansancio y salió todo bien. Llegada a este punto de la carta ya ni sé qué tan interesante te resulte leer todo esto, pero siento que también está bueno contar cómo es el backstage del trabajo creativo, porque sino parece que todo lo que vemos del otro lado de la pantalla es muy natural y fácil, cuando en realidad llevó meses de trabajo y, tal vez, mucho estrés (al igual que escribir un libro). Siento que, en lo creativo, todo son procesos más que resultados, porque una vez que tenés el resultado, tu parte se terminó.
Así que, en resumen [ALERTA: mini autobombo porque me lo merezco después de tanto estrés]: el miércoles 8/3 sale mi curso online de travel journaling en Domestika.org y está pensado para cualquier persona que quiera registrar sus viajes de manera creativa (aunque no seas dibujante, ni diseñadora, ni caligrafista). En el proyecto final te doy 15 ejercicios que podés hacer en tu cuaderno antes, durante y después de tu viaje para registrar tus experiencias, emociones y pensamientos. No tenés que ser experto en ninguna disciplina, solo dedicarte a vivir tu viaje con todos los sentidos, ponerte en modo coleccionista y juntar todos los papeles que se crucen en tu camino. En el PD te dejo el enlace. [fin del autobombo]
Lo que más agradezco de haber hecho este curso es que me reconectó con el journaling de viajes. Los días que estuve aislada en el hotel con covid journaleé (cuando tenía fuerzas), los días siguientes que viajé por Mallorca y Barcelona journaleé, en septiembre cuando me fui a Maldivas journaleé como nunca. Y recordé por qué me gusta tanto hacerlo. Además, gracias a eventos mágicos que ocurrieron en ese viaje a España, en abril me voy a Japón a hacer un viaje de journaling y papelería con un grupo de 10 mujeres, pero de eso te cuento en la próxima carta. Antes de despedirme, te dejo algunas propuestas y recomendaciones, y también una pregunta.
Propuesta de ejercicio: pegá papeles de manera intuitiva en un cuaderno. Nada más y nada menos. Contexto: hace poco me pasó que me dieron muchas ganas de journalear pero no de escribir, así que agarré un cuaderno en blanco (finito), busqué todos los papelitos sueltos que guardo en los cajones (sí, esos para ocasiones especiales: papeles estampados, mapas, recortes de revistas) y los fui pegando al azar. Estuve horas llenando páginas y fue meditativo. Dejé espacios en blanco para escribir cosas más adelante, cuando tenga ganas. Te propongo que hagas lo mismo, algo así como un journaling visual e intuitivo.
Inspiración: sin relación con todo lo anterior, te recomiendo el libro Rosaura a las diez de Marco Denevi. Lo había leído en la facultad y lo releí hace unos días, y me volvió a encantar, sobre todo porque la historia la cuentan varios personajes y nada es lo que parece. Estos días, además, estoy mirando la serie Schitt’s Creek (comedia) y la estoy disfrutando mucho. Me encanta el contraste entre los personajes y su nueva realidad, y también ir viendo su evolución a lo largo de las temporadas. Es una de esas series feel-good que me da alegría mirar. Tal vez sea una recomendación medio random, pero así voy entrando en sintonía para retomar En serie, el podcast en el que hablo acerca de series de TV con Nico Verni (mi coequiper de Mientras no escribo).
Y, por último, una(s) pregunta(s): ¿alguna vez tuviste síndrome del impostor?, ¿cuándo fue?, ¿qué hiciste para enfrentarlo? Podés contarme por privado (respondiendo a este email), compartirlo con el resto de los lectores en los comentarios (esta es una comunidad muy amorosa) o usarlo como disparador para escribir algo en tu cuaderno.
Bueno, ¡creo que esta carta valió por tres! Y todavía me queda mucho por contarte.
Un abrazo y hasta el mes que viene,
Aniko
PD: la primera foto es del Kit de exploración y las otras dos son del curso de Domestika. El Kit de exploración sale en preventa este domingo 5/3 y se va a conseguir en la web de FERA (el valor está en pesos argentinos, creo que harán envíos internacionales). El curso de Domestika estará disponible a partir del miércoles 8/3 y te podrás inscribir (tanto a ese como al anterior que hice con ellos) en este enlace.
💌 Carta #6: quién soy yo para hacer esto
Que alegría leerte de nuevo! Pensé que había un problema con la página porque no me habían vuelto a llegar. Pero esta bien tomarse un tiempo! Nosotras aquí te esperamos :).
PD: no me parece que promocionar tu trabajo que tanto te ha costado sea “autobombo”. Por aquí ya tienes una compradora del segundo curso de doméstica que esperaré con ansias 👌🏻.
Saludos desde Colombia!
Carolina
Que bien que retomes las cartas, ya las extrañaba. Estaré feliz de comprar tu segundo curso en domestika. Un abrazo desde Buenos Aires.